Lectio Divina. Ciclo B
Adviento y Navidad. Cuaresma y Pascua. Tiempo Ordinario.
ADVIENTO
1o.Domingo. Señor, muéstranos tu poder y sálvanos
2o.Domingo. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador
3o.Domingo. Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
4o.Domingo. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
Navidad Hoy nos ha nacido el Sarvador
2o. Domingo después se Navidad. ++++
Sagrada Familia. El Señor nunca olvida sus promesas
Santa María Madre de Dios Ten piedad de nosotros, Señor y bendícenos
Epifanía. Que te adoren, Señor, todos los pueblos
CUARESMA
1o.Domingo. Descúbrenos, Señor, tus caminos
2o.Domingo. Siempre confiaré en el Señor
3o.Domingo. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna
4o.Domingo. Tu recuerdo Señor, es mi alegría
5o.Domingo. Crea en mí, Señor, un corazón puro
Domingo de Ramos. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Jueves Santo. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava
PASCUA
Domingo de Resurrección. Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya
2o. Domingo. La misericordia del Señor es etrena. Aleluya
3o. Domingo. En tí, Señor confío. Aleluya
4o. Domingo. La piedra que desecharon los constructores es ahora...
5o. Domingo. Bendito sea el Señor. Aleluya.
6o. Domingo. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Aleluya
Domingo de la Ascensión. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya
Domingo de Pentecostés. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya
Domingo de la Santísima Trinidad. Dichoso el pueblo escogido por Dios
TIEMPO ORDINARIO
1o.Domingo. Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo Sacarán agua con gozo de la fuente de la salvación
2o. Domingo. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
3o. Domingo. Descúbrenos, Señor, tus caminos
4o. Domingo. Señor, que no seamos sordos a tu voz
5o. Domingo. Alabemos al Señor nuestro Dios
6o. Domingo. Perdona, Señor nuestros pecados
7o. Domingo. Sáname, Señor, pues he pecado contra ti
8o. Domingo. ++++
9o. Domingo. ++++
10o. Domingo. Perdónanos, Señor, y viviremos
11o. Domingo. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor
12o. Domingo. ++++
13o. Domingo. Te alabaré, Señor, eternamente
14o. Domingo. Ten piedad de nosotros, ten piedad
15o. Domingo. Muéstranos, Señor, tu misericordia
16o. Domingo. El Señor es mi pastor, nada me faltará
17o. Domingo. Bendeciré al Señor eternamente
18o. Domingo. El Señor les dio pan del cielo
19o. Domingo. Haz la pueba y verás que bueno es el Señor
20o. Domingo. Haz la pueba y verás que bueno es el Señor
21o. Domingo. Haz la pueba y verás que bueno es el Señor
22o. Domingo. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
23o. Domingo. Alaba, alma mía al Señor
24o. Domingo. Caminaré en la presencia del Señor
25o. Domingo. El Señor es quien me ayuda
26o. Domingo. Los mandamientos del Señor, alegran el corazón
27o. Domingo. Dichoso el que teme al Señor
28o. Domingo. Sácianos, Señor, de tu misericordia
29o. Domingo. ++++
30o. Domingo. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor
31o. Domingo. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza
32o. Domingo. El Señor siempre es fiel a su palabra
33o. Domingo. Enséñanos, Señor, el camino de la vida
34o. Domingo. Señor, tú eres nuestro rey
DOMUND Que todos los pueblos conozcan tu bondad
1o.Domingo. Señor, muéstranos tu poder y sálvanos
2o.Domingo. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador
3o.Domingo. Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
4o.Domingo. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
Navidad Hoy nos ha nacido el Sarvador
2o. Domingo después se Navidad. ++++
Sagrada Familia. El Señor nunca olvida sus promesas
Santa María Madre de Dios Ten piedad de nosotros, Señor y bendícenos
Epifanía. Que te adoren, Señor, todos los pueblos
CUARESMA
1o.Domingo. Descúbrenos, Señor, tus caminos
2o.Domingo. Siempre confiaré en el Señor
3o.Domingo. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna
4o.Domingo. Tu recuerdo Señor, es mi alegría
5o.Domingo. Crea en mí, Señor, un corazón puro
Domingo de Ramos. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Jueves Santo. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava
PASCUA
Domingo de Resurrección. Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya
2o. Domingo. La misericordia del Señor es etrena. Aleluya
3o. Domingo. En tí, Señor confío. Aleluya
4o. Domingo. La piedra que desecharon los constructores es ahora...
5o. Domingo. Bendito sea el Señor. Aleluya.
6o. Domingo. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Aleluya
Domingo de la Ascensión. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya
Domingo de Pentecostés. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya
Domingo de la Santísima Trinidad. Dichoso el pueblo escogido por Dios
TIEMPO ORDINARIO
1o.Domingo. Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo Sacarán agua con gozo de la fuente de la salvación
2o. Domingo. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
3o. Domingo. Descúbrenos, Señor, tus caminos
4o. Domingo. Señor, que no seamos sordos a tu voz
5o. Domingo. Alabemos al Señor nuestro Dios
6o. Domingo. Perdona, Señor nuestros pecados
7o. Domingo. Sáname, Señor, pues he pecado contra ti
8o. Domingo. ++++
9o. Domingo. ++++
10o. Domingo. Perdónanos, Señor, y viviremos
11o. Domingo. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor
12o. Domingo. ++++
13o. Domingo. Te alabaré, Señor, eternamente
14o. Domingo. Ten piedad de nosotros, ten piedad
15o. Domingo. Muéstranos, Señor, tu misericordia
16o. Domingo. El Señor es mi pastor, nada me faltará
17o. Domingo. Bendeciré al Señor eternamente
18o. Domingo. El Señor les dio pan del cielo
19o. Domingo. Haz la pueba y verás que bueno es el Señor
20o. Domingo. Haz la pueba y verás que bueno es el Señor
21o. Domingo. Haz la pueba y verás que bueno es el Señor
22o. Domingo. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
23o. Domingo. Alaba, alma mía al Señor
24o. Domingo. Caminaré en la presencia del Señor
25o. Domingo. El Señor es quien me ayuda
26o. Domingo. Los mandamientos del Señor, alegran el corazón
27o. Domingo. Dichoso el que teme al Señor
28o. Domingo. Sácianos, Señor, de tu misericordia
29o. Domingo. ++++
30o. Domingo. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor
31o. Domingo. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza
32o. Domingo. El Señor siempre es fiel a su palabra
33o. Domingo. Enséñanos, Señor, el camino de la vida
34o. Domingo. Señor, tú eres nuestro rey
DOMUND Que todos los pueblos conozcan tu bondad
Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo Solemnidad, Ciclo A
LECTIO DIVINA PARA EL 23 DE NOVIEMBRE DE 2014
Un apoyo para hacer la Lectio Divina del Evangelio del Domingo
Solemnidad de Cristo Rey – Noviembre 23 de 2014
El Rey que da vida en plenitud Mateo 25,31-46
Introducción
En la parábola de Mateo 25,31-46, la majestad del Rey no anula la premura delicada del pastor que presta su último servicio al rebaño que ha pastoreado un día entero. Se tiene presente el momento en el que, al guardar el rebaño en el aprisco, se da a la tarea de separar las ovejas de los cabritos, los cuales necesitan mayor calor. El miedo que causa la idea de un juicio viene matizado con esta imagen del Pastor, quien representa siempre cuidado, atención y amor con su rebaño.
La separación que opera el Rey con actitud de pastor es una invitación para que revisemos de qué lado está cada uno de nosotros. El criterio fundamental es el amor y está formulado en la frase: “Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron” (v.40; que aparece de nuevo en forma negativa en el v.45).
El Texto
31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.
32 Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo".
Los primeros versos, presentan la venida final de Jesús, el Hijo del Hombre, familiar a los lectores en pasajes anteriores de Mateo, Jesús aquí es el Rey, viene del cielo, está acompañado de los ángeles, envuelto en la gloria divina y se sienta en el trono (Mt 19,28), es solemne y está en el estrado de Dios, su Padre; es juez universal, y, no, como en la tradición de Daniel, sólo secretario y testigo del juicio.
Delante del Trono se reúnen “todos los pueblos”, el texto habla sólo de ellos.
El tercer grupo, “estos hermanos”, protagonista posterior del relato, no aparece de entrada, vendrá a partir del v. 40, en las palabras del juez. Ellos, “estos hermanos más pequeños”, no son actores de esta descripción inicial del juicio universal. El narrador los pudo incluir al comienzo, pero no lo hizo. La expresión “todos los
pueblos” es típica, en el ámbito de los helenistas judíos, en la Biblia de los Setenta (griega) Y en Mateo, para identificar al pagano no-israelita. Mt 24,9-14 la expresión señala los pueblos no-cristianos dentro de un contexto misionero.
Los pueblos escucharon el anuncio del evangelio del reino y han hecho su opción, lo aceptan o lo rechazan, pues el evangelio debe llegar a toda la tierra. En Mt, “los pueblos” incluye también la comunidad cristiana responsable de este evangelio. El juicio al ser universal recoge a las gentes y allí a la comunidad, no hay dos juicios, ni tampoco un juicio especial para los no cristianos.
El juicio del Rey sobre cada uno de nosotros y sobre la comunidad, equivale en igualdad de condiciones, a nuestro propio juicio sobre los “pequeños”, los pobres y desvalidos. Nosotros juzgamos a Jesús, al acogerlo o al rechazarlo en los pobres, Su acción como juez, sólo comprueba nuestra actitud y nuestra elección a lo largo de la vida. Al final Él lee nuestro escrito. Somos juzgados con base en nuestra acción con el otro (a).
Cada uno de nosotros es siempre el otro. El primer mandamiento es igual al segundo (Mt 22,39) La venida del Hijo del Hombre, concluye la historia de los seres humanos y del mundo. El juicio del Hijo del Hombre comienza con una acción, desde la cual se aclara la labor judicial: La “separación”; este hecho tiene como cimiento el amor, no hay otra distinción entre las personas, pero ese juicio le corresponde al Padre en su Hijo, a la misericordia y a la compasión, no a nosotros; el juez aparta a los justos, buenos, al lado derecho de los injustos, al lado izquierdo.
El juez dicta sentencia desde el principio sin buscar, como los jueces humanos, la verdad a partir de un interrogatorio. La separación subraya varios elementos: para el juez y para los juzgados hay una realidad previa, un “hacer”, conocido por todos, una praxis, ella habla por sí sola. En segundo lugar, el juez es soberano pero es Jesús, así se combina la justicia con la misericordia, luego, el diálogo posterior entre las partes no revisa el juicio, más bien confirma la sentencia dictada antes.
El recurso al pastor, responsable de la separación, tiene detrás la imagen de Dios y de Jesús como los únicos pastores excelentes, responsables e íntegros. No logra la exégesis unanimidad para explicar la separación entre cabras y ovejas, para algunos se trata de los cabritos tiernos destinados a la matanza, los cuales son separados del resto del rebaño; para otros, el pastor separa a los machos cabríos (no dan leche) de las hembras para ordeñarlas y aprovechar su leche y los derivados. Para unos, los cabritos precisan más calor, por eso son aislados.
La expresión “rey” remarca la majestad del Hijo del Hombre y prepara el contraste de la epifanía del rey en los “más pequeños”. Participar del reino preparado para los justos equivale a ver comprobada la gran promesa del Padre, la comunión plena con Él en su Hijo Jesús. A partir del v. 35 comienza el diálogo del juicio.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis;
36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme."
37 Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos?
39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?"
40 Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis."
41 Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43 era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis."
44 Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" 45 Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo."
46 E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
Las afirmaciones y las preguntas están formuladas en el tiempo griego “aoristo”, es decir acciones sucedidas cuyo efecto se percibe en la vida presente de los lectores. Por la descripción del juicio, construida en tiempo futuro, los lectores se enteran de su situación presente. Las buenas obras citadas por el Rey, suenan familiares a los oídos judíos, pues hay listas similares en otros pasajes bíblicos y en textos judíos antiguos (Is 58,7; Ez 18,7.16; Job 22,6; 31,17.19.21.31; Tob 1,16; 4,16; Eclo 7,34) son obras de seres humanos para seres humanos, esta es una verdad esencial, la visita a los presos era importante por esta época, pues estos no eran asistidos en las prisiones además del final del s. I ec, muchos misioneros cristianos fueron de hecho encarcelados.
Los justos no calcularon ni pretendieron una recompensa por su amor. Las obras buenas de los “benditos del Padre”, obradas a favor de “uno de estos hermanos más pequeños (a la letra: muy, muy pequeños) fueron hechas al Juez Universal, a Jesús. Y hermanos de Jesús, en Mt son quienes hacen la voluntad del Padre, los discípulos (Mt 12,49s) los miembros de la comunidad (Mt 28,10), sobre todo los pobres, los desplazados, los itinerantes, los misioneros necesitados de comida y abrigo: “Quien os recibe a vosotros, a mí me recibe “ (Mt 10,40; Lc 10,16) en síntesis en Mt los más pequeños están mezclados con los interesados en Jesús.
El diálogo del Juez con el grupo de la izquierda no contiene sorpresas. La condena es posible a la luz de las opciones personales en la historia, pero en el momento definitivo quedamos delante de Jesús, Juez universal, la realidad posterior es suya. El diálogo muestra como la relación de Jesús no se puede disociar con personas concretas, en este caso los miembros de la comunidad.
Honrar a Jesús significa practicar su anuncio y comienza cuando se toma en serio el mandato del amor oblativo, sin interés, amor de ágape. Cuando estamos lejos de Jesús, estamos lejos de nosotros mismos.
Si no optamos por la vida, las demás elecciones conducen a la muerte y a la perdición. Las obras son expresión de la “diaconía” de Jesús, el grupo debió obrar como el maestro. El texto en el v. 46 concluye de manera lacónica, pues el énfasis no está en el futuro, sino en la historia de ayer y de hoy, de acuerdo con las opciones adoptadas: Vida eterna y Castigo eterno son el resultado de la sentencia del juez universal (Jesús). En síntesis el tiempo de las decisiones y de las advertencias ya pasó; el juicio universal es cierto, el Juez del mundo, Jesús se pronuncia, y cuando él habla, estamos, en esta historia, delante del resultado final irrevocables.
Desde otra perspectiva hay una claridad: “al atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor” dice San Juan de la Cruz y el amor debe ser probado, verificado en sus motivos internos. Por eso el evangelio de hoy está en términos de juicio, de evaluación. Por un momento nos transportamos hasta el final de la vida, el encuentro cara a cara con Jesús para responder pos nuestras acciones y por aquellas inconclusas o eludidas.
En el texto, la majestad del Rey no anula la premura delicada del Pastor bueno. Al guardar el rebaño en el aprisco, se da en la tarea de separar las ovejas de los cabritos, los cuales necesitan mayor calor. El miedo al juicio se matiza con esta imagen del Pastor, quien representa siempre cuidado, atención y amor con su rebaño. La separación del Rey con actitud de Pastor es una invitación para revisar nuestra elección. El criterio nuclear es el amor: “cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (v.40; en forma
negativa en el v. 45)
Tres puntos fuertes aparecen:
(1) El amor se mide por el “hacer” no por los sentimientos que declaramos ni simplemente por la intención.
(2) El amor pedido tiene un distintivo: a “los más pequeños”. En Mateo el pequeño es el frágil física, emocional y espiritualmente; el que necesita todo tipo de apoyo.
Se caracteriza también por su invisibilidad social.
(3) Jesús se identifica con los “pequeños” a quienes llama “hermanos míos”. Hay una presencia sacramental de Jesús en ellos y con mayor densidad porque son sus hermanos en el sufrimiento. Por eso al pequeño se le respeta como se respeta la inmensa grandeza de Jesús coronada por el camino de la Cruz (sentido del título “Hijo del hombre”). Es en ellos donde Jesús –el amado– pide ser buscado, honrado y servido.
La parábola no deja nada en abstracto. Los indicadores específicos de este “hacer” en el que se ejercita todo el que ama a Jesús son seis situaciones de precariedad donde la ayuda es inaplazable:
(1) el hambre,
(2) la sed,
(3) la necesidad de techo,
(4) la desnudez,
(5) la enfermedad,
(6) la pérdida de la libertad en una cárcel.
Todas ellas, si las leemos en binas, nos piden una apertura grande de corazón para:
(1) compartir la mesa,
(2) acoger con el doble abrigo de la casa y del vestido propio y
(3) salir de la comodidad para buscar a uno que está solo y que, humillado, no puede valerse por sí mismo.
La capacidad de respuesta efectiva ante el sufrimiento del otro es la medida del amor. Se nos pide este ejercicio del amor: dilatar el corazón hasta que sea tan grande, tan descentrado de sí mismo y salvífico como el del Crucificado.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. ¿Cómo se correlacionan la imagen del juez y la del pastor?
2. ¿Qué quieren decirnos?
3. ¿Qué tareas concretas que expresen el “ejercicio del amor” voy en este tiempo? ¿A quién(es)? ¿En qué momentos?
P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico Pastoral para América Latina
CELAM
Introducción
En la parábola de Mateo 25,31-46, la majestad del Rey no anula la premura delicada del pastor que presta su último servicio al rebaño que ha pastoreado un día entero. Se tiene presente el momento en el que, al guardar el rebaño en el aprisco, se da a la tarea de separar las ovejas de los cabritos, los cuales necesitan mayor calor. El miedo que causa la idea de un juicio viene matizado con esta imagen del Pastor, quien representa siempre cuidado, atención y amor con su rebaño.
La separación que opera el Rey con actitud de pastor es una invitación para que revisemos de qué lado está cada uno de nosotros. El criterio fundamental es el amor y está formulado en la frase: “Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron” (v.40; que aparece de nuevo en forma negativa en el v.45).
El Texto
31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.
32 Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo".
Los primeros versos, presentan la venida final de Jesús, el Hijo del Hombre, familiar a los lectores en pasajes anteriores de Mateo, Jesús aquí es el Rey, viene del cielo, está acompañado de los ángeles, envuelto en la gloria divina y se sienta en el trono (Mt 19,28), es solemne y está en el estrado de Dios, su Padre; es juez universal, y, no, como en la tradición de Daniel, sólo secretario y testigo del juicio.
Delante del Trono se reúnen “todos los pueblos”, el texto habla sólo de ellos.
El tercer grupo, “estos hermanos”, protagonista posterior del relato, no aparece de entrada, vendrá a partir del v. 40, en las palabras del juez. Ellos, “estos hermanos más pequeños”, no son actores de esta descripción inicial del juicio universal. El narrador los pudo incluir al comienzo, pero no lo hizo. La expresión “todos los
pueblos” es típica, en el ámbito de los helenistas judíos, en la Biblia de los Setenta (griega) Y en Mateo, para identificar al pagano no-israelita. Mt 24,9-14 la expresión señala los pueblos no-cristianos dentro de un contexto misionero.
Los pueblos escucharon el anuncio del evangelio del reino y han hecho su opción, lo aceptan o lo rechazan, pues el evangelio debe llegar a toda la tierra. En Mt, “los pueblos” incluye también la comunidad cristiana responsable de este evangelio. El juicio al ser universal recoge a las gentes y allí a la comunidad, no hay dos juicios, ni tampoco un juicio especial para los no cristianos.
El juicio del Rey sobre cada uno de nosotros y sobre la comunidad, equivale en igualdad de condiciones, a nuestro propio juicio sobre los “pequeños”, los pobres y desvalidos. Nosotros juzgamos a Jesús, al acogerlo o al rechazarlo en los pobres, Su acción como juez, sólo comprueba nuestra actitud y nuestra elección a lo largo de la vida. Al final Él lee nuestro escrito. Somos juzgados con base en nuestra acción con el otro (a).
Cada uno de nosotros es siempre el otro. El primer mandamiento es igual al segundo (Mt 22,39) La venida del Hijo del Hombre, concluye la historia de los seres humanos y del mundo. El juicio del Hijo del Hombre comienza con una acción, desde la cual se aclara la labor judicial: La “separación”; este hecho tiene como cimiento el amor, no hay otra distinción entre las personas, pero ese juicio le corresponde al Padre en su Hijo, a la misericordia y a la compasión, no a nosotros; el juez aparta a los justos, buenos, al lado derecho de los injustos, al lado izquierdo.
El juez dicta sentencia desde el principio sin buscar, como los jueces humanos, la verdad a partir de un interrogatorio. La separación subraya varios elementos: para el juez y para los juzgados hay una realidad previa, un “hacer”, conocido por todos, una praxis, ella habla por sí sola. En segundo lugar, el juez es soberano pero es Jesús, así se combina la justicia con la misericordia, luego, el diálogo posterior entre las partes no revisa el juicio, más bien confirma la sentencia dictada antes.
El recurso al pastor, responsable de la separación, tiene detrás la imagen de Dios y de Jesús como los únicos pastores excelentes, responsables e íntegros. No logra la exégesis unanimidad para explicar la separación entre cabras y ovejas, para algunos se trata de los cabritos tiernos destinados a la matanza, los cuales son separados del resto del rebaño; para otros, el pastor separa a los machos cabríos (no dan leche) de las hembras para ordeñarlas y aprovechar su leche y los derivados. Para unos, los cabritos precisan más calor, por eso son aislados.
La expresión “rey” remarca la majestad del Hijo del Hombre y prepara el contraste de la epifanía del rey en los “más pequeños”. Participar del reino preparado para los justos equivale a ver comprobada la gran promesa del Padre, la comunión plena con Él en su Hijo Jesús. A partir del v. 35 comienza el diálogo del juicio.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis;
36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme."
37 Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos?
39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?"
40 Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis."
41 Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43 era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis."
44 Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" 45 Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo."
46 E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
Las afirmaciones y las preguntas están formuladas en el tiempo griego “aoristo”, es decir acciones sucedidas cuyo efecto se percibe en la vida presente de los lectores. Por la descripción del juicio, construida en tiempo futuro, los lectores se enteran de su situación presente. Las buenas obras citadas por el Rey, suenan familiares a los oídos judíos, pues hay listas similares en otros pasajes bíblicos y en textos judíos antiguos (Is 58,7; Ez 18,7.16; Job 22,6; 31,17.19.21.31; Tob 1,16; 4,16; Eclo 7,34) son obras de seres humanos para seres humanos, esta es una verdad esencial, la visita a los presos era importante por esta época, pues estos no eran asistidos en las prisiones además del final del s. I ec, muchos misioneros cristianos fueron de hecho encarcelados.
Los justos no calcularon ni pretendieron una recompensa por su amor. Las obras buenas de los “benditos del Padre”, obradas a favor de “uno de estos hermanos más pequeños (a la letra: muy, muy pequeños) fueron hechas al Juez Universal, a Jesús. Y hermanos de Jesús, en Mt son quienes hacen la voluntad del Padre, los discípulos (Mt 12,49s) los miembros de la comunidad (Mt 28,10), sobre todo los pobres, los desplazados, los itinerantes, los misioneros necesitados de comida y abrigo: “Quien os recibe a vosotros, a mí me recibe “ (Mt 10,40; Lc 10,16) en síntesis en Mt los más pequeños están mezclados con los interesados en Jesús.
El diálogo del Juez con el grupo de la izquierda no contiene sorpresas. La condena es posible a la luz de las opciones personales en la historia, pero en el momento definitivo quedamos delante de Jesús, Juez universal, la realidad posterior es suya. El diálogo muestra como la relación de Jesús no se puede disociar con personas concretas, en este caso los miembros de la comunidad.
Honrar a Jesús significa practicar su anuncio y comienza cuando se toma en serio el mandato del amor oblativo, sin interés, amor de ágape. Cuando estamos lejos de Jesús, estamos lejos de nosotros mismos.
Si no optamos por la vida, las demás elecciones conducen a la muerte y a la perdición. Las obras son expresión de la “diaconía” de Jesús, el grupo debió obrar como el maestro. El texto en el v. 46 concluye de manera lacónica, pues el énfasis no está en el futuro, sino en la historia de ayer y de hoy, de acuerdo con las opciones adoptadas: Vida eterna y Castigo eterno son el resultado de la sentencia del juez universal (Jesús). En síntesis el tiempo de las decisiones y de las advertencias ya pasó; el juicio universal es cierto, el Juez del mundo, Jesús se pronuncia, y cuando él habla, estamos, en esta historia, delante del resultado final irrevocables.
Desde otra perspectiva hay una claridad: “al atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor” dice San Juan de la Cruz y el amor debe ser probado, verificado en sus motivos internos. Por eso el evangelio de hoy está en términos de juicio, de evaluación. Por un momento nos transportamos hasta el final de la vida, el encuentro cara a cara con Jesús para responder pos nuestras acciones y por aquellas inconclusas o eludidas.
En el texto, la majestad del Rey no anula la premura delicada del Pastor bueno. Al guardar el rebaño en el aprisco, se da en la tarea de separar las ovejas de los cabritos, los cuales necesitan mayor calor. El miedo al juicio se matiza con esta imagen del Pastor, quien representa siempre cuidado, atención y amor con su rebaño. La separación del Rey con actitud de Pastor es una invitación para revisar nuestra elección. El criterio nuclear es el amor: “cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (v.40; en forma
negativa en el v. 45)
Tres puntos fuertes aparecen:
(1) El amor se mide por el “hacer” no por los sentimientos que declaramos ni simplemente por la intención.
(2) El amor pedido tiene un distintivo: a “los más pequeños”. En Mateo el pequeño es el frágil física, emocional y espiritualmente; el que necesita todo tipo de apoyo.
Se caracteriza también por su invisibilidad social.
(3) Jesús se identifica con los “pequeños” a quienes llama “hermanos míos”. Hay una presencia sacramental de Jesús en ellos y con mayor densidad porque son sus hermanos en el sufrimiento. Por eso al pequeño se le respeta como se respeta la inmensa grandeza de Jesús coronada por el camino de la Cruz (sentido del título “Hijo del hombre”). Es en ellos donde Jesús –el amado– pide ser buscado, honrado y servido.
La parábola no deja nada en abstracto. Los indicadores específicos de este “hacer” en el que se ejercita todo el que ama a Jesús son seis situaciones de precariedad donde la ayuda es inaplazable:
(1) el hambre,
(2) la sed,
(3) la necesidad de techo,
(4) la desnudez,
(5) la enfermedad,
(6) la pérdida de la libertad en una cárcel.
Todas ellas, si las leemos en binas, nos piden una apertura grande de corazón para:
(1) compartir la mesa,
(2) acoger con el doble abrigo de la casa y del vestido propio y
(3) salir de la comodidad para buscar a uno que está solo y que, humillado, no puede valerse por sí mismo.
La capacidad de respuesta efectiva ante el sufrimiento del otro es la medida del amor. Se nos pide este ejercicio del amor: dilatar el corazón hasta que sea tan grande, tan descentrado de sí mismo y salvífico como el del Crucificado.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. ¿Cómo se correlacionan la imagen del juez y la del pastor?
2. ¿Qué quieren decirnos?
3. ¿Qué tareas concretas que expresen el “ejercicio del amor” voy en este tiempo? ¿A quién(es)? ¿En qué momentos?
P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico Pastoral para América Latina
CELAM
Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo Solemnidad, Ciclo A
Ez 34,11-12.15-17: A ustedes, mis ovejas, voy a juzgar entre oveja y oveja
Salmo responsorial 22: El Señor es mi pastor, nada me falta
1Cor 15,20-26.28: Devolverá a Dios Padre su reino, y así Dios lo será todo para todos
Mt 25,31-46: Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros
Problemática pastoral concreta de la festividad de Cristo Rey
Vamos a comenzar removiendo obstáculos, porque hay problemas respecto a los posibles significados de esta fiesta. Veamos algunos:
a) El origen de esta fiesta y su contexto original. Esta fiesta fue establecida en un contexto anterior al Vaticano II, en 1925, por Pío XI, y con un espíritu muy cercano al de cristiandad, cuando el Vaticano expresaba claramente su deseo de que el cristianismo fuera la religión oficial, la religión de los Estados cristianos. Al confesar a Cristo como Rey universal se quería con ello vehicular el deseo de que también la Iglesia fuese testigo y participante ya aquí en la tierra de esa realeza: una realeza de Cristo reconocida, redundaba inevitablemente en una Iglesia respetada, favorecida por el Estado, con alto estatus en la sociedad, fuerte y organizada, que aunque no podía ya revestirse de poder político temporal, al menos podía participar de él por una relación estrecha y armoniosa con los poderes sociales. Durante mucho tiempo, el título de "Cristo Rey", el "reinado social del Corazón de Jesús"... incluyeron esos aspectos de auto-encumbramiento de la Iglesia, olvidando que la práctica de Jesús de Nazaret fue muy distinta, incluso totalmente contraria.
b) El concepto de Reino-monárquico. El Reino no es hoy día la forma más frecuente de organización sociopolítica. La mayor parte de los países son repúblicas, de diferentes rostros, y los reinos que persisten, ya no lo son en su forma clásica, sino en adaptaciones a la cultura política actual (por ejemplo las monarquías "parlamentarias") que, al superarla, niegan en el fondo la esencia misma de lo que era un "reino".
Aun siendo conscientes de la limitación inevitable que todo lenguaje teológico tiene por su misma naturaleza analógica, figurada, simbólica, apofática... cada vez más se viene insistiendo en que la palabra "reino" no sería la más adecuada para expresar la utopía bíblico-mesiánica del Reino de Dios, porque en esta altura de la historia la palabra «Reino» ya no expresa una forma de organización sociopolítica deseable para los humanos. Cada vez se evidencia más la dificultad de hablar de Dios (y de Cristo) como "rey", y de su proyecto escatológico como un "reino". ¿Estamos seguros de que un reino, una monarquía, podría ser una analogía del “Reino de Dios” realizado? La realización del reino de Dios, ¿no exigiría la superación de muchos aspectos de lo que es una monarquía, un “reino”? Acaso
una comunidad, ¿puede ser comparada con un «reino», con una «monarquía»? ¿Y una familia?
Pablo Suess viene proponiendo la expresión "democracia participativa del RD" para corregir la evocación que el término clásico conlleva. Ya sabemos que no se puede simplemente sustituir una expresión por otra, pero es bueno aludir con frecuencia a esa insuficiencia de la expresión clásica, para hacer caer en la cuenta a los oyentes, y para liberar al contenido (el Reino mismo, el significado), de las limitaciones del significante (una palabra no completamente adecuada).
Para hablar del Reino puede ser mejor hablar del Proyecto, de la Utopía de Dios... que hacemos nuestra: queremos «construir la Democracia de Dios, cósmica, pluralista, inclusiva, y por eso, amorosa, encarnación viva del Dios de los mil rostros, colores, géneros, culturas, etnias, sentidos...».
c) Connotación de género en la palabra "Reino".
Es útil saber que en el ámbito de la teología feminista angloparlante se rechaza también la expresión (God's Kingdom), a causa de su machismo larvado (kingdom alude directamente a king, no a queen...). En castellano no tenemos ese problema en esta expresión, pero el saber que existe en otras lenguas invita a prevenirlo en su uso consciente.
Los grandes temas de la fiesta de hoy y de la semana
Hay varios grandes temas que podrían servir para orientar la reflexión de la homilía o la reflexión del círculo bíblico o la comunidad cristiana en torno a los textos de este domingo. Habrá que elegir entre ellos. Aquí sólo los apuntamos:
a) El Reino de Dios, como contenido del mensaje de Jesús. Jesús nunca se proclamó Rey: nada más lejos de Él. Lo que Jesús hizo fue ponerse al servicio total del Reino, de forma que éste fue el centro mismo de su predicación y de su vida, la Causa por la que dio la vida. Importa pues hacer honor a la identidad verdadera de Jesús: Él no fue rey, ni lo quiso ser nunca, por mucho que algunos cristianos crean que llamándolo así lo honran... La intención puede ser buena, pero el título que de hecho se le atribuye no podría ser de su agrado.
Jesús habló del Reino, fue su servidor y su mensajero, pero sus seguidores se olvidaron del Reino. y lo constituyeron a él como el Reino mismo, como el Rey... El mensaje fue sustituido por el mensajero. Jesús nos indicaba el Reino, como la Causa por la que estaba apasionado y por la que dio su vida, y un buen grupo de seguidores se olvidaron de esa causa, y se enamoraron de Jesús. Es preciso volver a Jesús, y su Causa...
Para hablar concretamente del Reino es bueno reparar en el texto del prefacio de esta fiesta, que da una «descripción» muy plástica de su contenido. Esa idea fue recogida en el conocido estribillo del Salmo 71 del compositor Manzano, que dice:
«Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia... es Paz... es Gracia... es amor, ¡venga a nosotros tu Reino, Señor». Bien glosada, y debidamente justificada esa perspectiva teológica, puede ser un buen guión para la homilía. Y no debería faltar ese canto en la celebración de hoy.
b) La relación entre cristocentrismo y reino-centrismo. Una cierta interpretación de esta fiesta –muy común por lo demás en el cristianismo en general– propicia un cristocentrismo exagerado, absoluto, que no hace justicia a la verdad de la revelación, al mensaje real de Jesús, a lo que Jesús realmente dijo, no a lo que después dijeron que había dicho. Importa pues pastoralmente discernir una «correcta jerarquía de valores», que la teología de la liberación fue la primera que dio en llamar "reino-centrismo", con tal fuerza de persuasión, que no hay teología ni espiritualidad honesta que se puedan resistir.
c) El mesianismo de Jesús. La aclamación o la espera de Jesús como Rey se dio en el contexto del mesianismo: se esperaba un liberador. Hoy la postración es tal que ni siquiera se espera nada, pudiendo hacer de la aclamación de Jesús como Rey algo bien alejado de lo que el mesías supuso realmente para los que lo esperaron.
d) La dimensión escatológica: el final de los tiempos, nuestro ineludible caminar en la historia, el "juicio final"... El final del año litúrgico nos hace tematizar en nuestra reflexión el final mismo de la historia, y el final también de nuestras vidas personales. Pero ya en un contexto mental diferente, en el que sabemos que nuestra aventura humana no es la razón del cosmos, que el mundo no acabará el día que Dios decida acabar el ciclo de la humanidad y pasar a la vida eterna, y que no se trata de que estemos aquí para una prueba que se verificará en el día del juicio final, tras lo cual iríamos al cielo o al infierno...
Para la revisión de vida
El Reino de Dios fue el “leit motiv”, el estribillo de la vida de Jesús, el centro de su predicación, el motivo de sus milagros, la razón de ser de su fidelidad hasta la muerte, la corona de su resurrección. ¿Qué es para mí el Reino de Dios? ¿Está también en el centro de mi vida? ¿Es mi «Causa», como fue la de Jesús?
Tal vez yo soy de los muchos a quienes la expresión «Reino de Dios» vela más que revela el valor supremo de la vida de Jesús... ¿Me he preocupado por renovar mi comprensión de esa Utopía de Jesús, y de re-formularla adecuadamente?
Para la reunión de grupo
- Basándose en este texto del evangelio, se dice en la teología latinoamericana que, al fin y al cabo, los pobres (el amor efectivo hacia ellos, la opción por su causa) son el «único sacramento universal e imprescindible para la salvación». Todos los demás sacramentos, no son ni tan universales, ni tampoco imprescindibles. Comentar la frase y el tema.
- Si Jesús no fue rey históricamente –bien lejos que estuvo de serlo–, ni se llamó rey, ni dejó que le llamaran así, ni le hubiera gustado que le llamaran así, ¿tiene sentido que nosotros le aclamemos con ese título? ¿Por qué? ¿Podría un cristiano o una comunidad rechazar el dar ese título a Jesús, o ese título expresa un dogma? ¿Puede un cristiano ignorar o rechazar una advocación, una devoción, incluso una devoción oficial? ¿Por qué?
- La llamada “parábola del juicio final” nos cuenta claramente cuál es el criterio con el que «se nos va a examinar»: “tuve hambre y me diste de comer...”. ¿Me doy cuenta de que Dios no nos está pidiendo que hagamos nada «religioso», sino, sencilla y llanamente, que nos preocupemos del prójimo y lo ayudemos en todo lo que podamos?
- Contemplemos una imagen tradicional de “Cristo Rey”: corona, cetro, trono, ropaje... Hagamos un análisis simbólico de la imagen: ¿Qué evoca cada uno de estos elementos simbólicos en la mente o en la piedad de un cristiano/a sencillo/a? Hagamos a continuación un análisis teológico de lo expresado en la pregunta anterior. ¿Cómo calificar esas evocaciones? ¿Cuáles son evangélicas y cuáles antievangélicas? ¿En qué y por qué?
-Utilizar el episodio nº 100 de la serie radiofónica "Un tal Jesús" –citado más arriba– para una reunión de trabajo en el grupo o la comunidad. Tanto el texto como el audio –así como un sugerente comentario bíblico teológico– pueden ser tomados de http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/
- ¿Qué podemos sugerir al sacerdote para la homilía e esta fiesta? http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/
Para la oración de los fieles
- Por la Iglesia de Jesús, para que siga siempre los pasos de aquél no vino a ser servido sino a servir, roguemos al Señor...
- Por todos los que ejercen poder y autoridad en este mundo, para que, como quería Jesús, acepten el poder como la herramienta que permite un servicio más universal y más eficaz, roguemos al Señor...
- Por las religiones que -como en otro tiempo el catolicismo- todavía hoy pretenden estados confesionales, santas cruzadas o repúblicas religiosas, en las que una religión impone a la sociedad la "realeza" de un Dios intolerante y uniformizador: para que comprendan que Dios es amor y pluralidad, y que está contra toda manipulación de su nombre, roguemos al Señor...
- Para que Jesús, el que "pasó haciendo el bien" y "se humilló pasando por uno de tantos" sea nuestro modelo, nuestro guía y -en ese sentido, sí- nuestro rey y nuestra fuerza en la "militancia" por el Reino de Dios, roguemos al Señor...
- Para que los cristianos, y especialmente los teólogos, entremos cada vez más en el nuevo paradigma del diálogo de las religiones, para que siempre sospechemos desconfiadamente de todo planteamiento cristocéntrico que venga a reducirse de hecho en un planteamiento eclesiocéntrico, roguemos al Señor...
Oración comunitaria
- Oh Dios que quisiste fundar todas las cosas en tu amor universal a todos los Pueblos, y en tu comunicación multiforme e inefable con todos ellos. Haz que toda la Creación y la Humanidad, unidas por el Cuidado mutuo y el Diálogo, logre la plenitud del Amor hacia el que siempre le has estado atrayendo. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
Dios, Padre nuestro, que quieres que en nuestra vida nos veamos libres de toda esclavitud y que luchemos para liberar a los oprimidos, haciendo así presente tu Reino entre nosotros, te pedimos que guíes nuestros pasos para que construyamos un mundo en el que todos vivamos como hermanos, como auténticos hijos tuyos, en paz, en justicia y en libertad. Por Jesucristo.
Dios nuestro y de todos los Pueblos, Tú que, de un modo u otro, esperas a la Humanidad revestido de todos los nombres, por los caminos de todas las religiones; haznos comprender que Tú no quieres encomendarnos una evangelización que someta a los pueblos, ni que arranque culturas y religiosidades, sino un diálogo que promueva el Amor y la Justicia, la Verdad generosa y la Vida para todos y todas. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
Salmo responsorial 22: El Señor es mi pastor, nada me falta
1Cor 15,20-26.28: Devolverá a Dios Padre su reino, y así Dios lo será todo para todos
Mt 25,31-46: Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros
Problemática pastoral concreta de la festividad de Cristo Rey
Vamos a comenzar removiendo obstáculos, porque hay problemas respecto a los posibles significados de esta fiesta. Veamos algunos:
a) El origen de esta fiesta y su contexto original. Esta fiesta fue establecida en un contexto anterior al Vaticano II, en 1925, por Pío XI, y con un espíritu muy cercano al de cristiandad, cuando el Vaticano expresaba claramente su deseo de que el cristianismo fuera la religión oficial, la religión de los Estados cristianos. Al confesar a Cristo como Rey universal se quería con ello vehicular el deseo de que también la Iglesia fuese testigo y participante ya aquí en la tierra de esa realeza: una realeza de Cristo reconocida, redundaba inevitablemente en una Iglesia respetada, favorecida por el Estado, con alto estatus en la sociedad, fuerte y organizada, que aunque no podía ya revestirse de poder político temporal, al menos podía participar de él por una relación estrecha y armoniosa con los poderes sociales. Durante mucho tiempo, el título de "Cristo Rey", el "reinado social del Corazón de Jesús"... incluyeron esos aspectos de auto-encumbramiento de la Iglesia, olvidando que la práctica de Jesús de Nazaret fue muy distinta, incluso totalmente contraria.
b) El concepto de Reino-monárquico. El Reino no es hoy día la forma más frecuente de organización sociopolítica. La mayor parte de los países son repúblicas, de diferentes rostros, y los reinos que persisten, ya no lo son en su forma clásica, sino en adaptaciones a la cultura política actual (por ejemplo las monarquías "parlamentarias") que, al superarla, niegan en el fondo la esencia misma de lo que era un "reino".
Aun siendo conscientes de la limitación inevitable que todo lenguaje teológico tiene por su misma naturaleza analógica, figurada, simbólica, apofática... cada vez más se viene insistiendo en que la palabra "reino" no sería la más adecuada para expresar la utopía bíblico-mesiánica del Reino de Dios, porque en esta altura de la historia la palabra «Reino» ya no expresa una forma de organización sociopolítica deseable para los humanos. Cada vez se evidencia más la dificultad de hablar de Dios (y de Cristo) como "rey", y de su proyecto escatológico como un "reino". ¿Estamos seguros de que un reino, una monarquía, podría ser una analogía del “Reino de Dios” realizado? La realización del reino de Dios, ¿no exigiría la superación de muchos aspectos de lo que es una monarquía, un “reino”? Acaso
una comunidad, ¿puede ser comparada con un «reino», con una «monarquía»? ¿Y una familia?
Pablo Suess viene proponiendo la expresión "democracia participativa del RD" para corregir la evocación que el término clásico conlleva. Ya sabemos que no se puede simplemente sustituir una expresión por otra, pero es bueno aludir con frecuencia a esa insuficiencia de la expresión clásica, para hacer caer en la cuenta a los oyentes, y para liberar al contenido (el Reino mismo, el significado), de las limitaciones del significante (una palabra no completamente adecuada).
Para hablar del Reino puede ser mejor hablar del Proyecto, de la Utopía de Dios... que hacemos nuestra: queremos «construir la Democracia de Dios, cósmica, pluralista, inclusiva, y por eso, amorosa, encarnación viva del Dios de los mil rostros, colores, géneros, culturas, etnias, sentidos...».
c) Connotación de género en la palabra "Reino".
Es útil saber que en el ámbito de la teología feminista angloparlante se rechaza también la expresión (God's Kingdom), a causa de su machismo larvado (kingdom alude directamente a king, no a queen...). En castellano no tenemos ese problema en esta expresión, pero el saber que existe en otras lenguas invita a prevenirlo en su uso consciente.
Los grandes temas de la fiesta de hoy y de la semana
Hay varios grandes temas que podrían servir para orientar la reflexión de la homilía o la reflexión del círculo bíblico o la comunidad cristiana en torno a los textos de este domingo. Habrá que elegir entre ellos. Aquí sólo los apuntamos:
a) El Reino de Dios, como contenido del mensaje de Jesús. Jesús nunca se proclamó Rey: nada más lejos de Él. Lo que Jesús hizo fue ponerse al servicio total del Reino, de forma que éste fue el centro mismo de su predicación y de su vida, la Causa por la que dio la vida. Importa pues hacer honor a la identidad verdadera de Jesús: Él no fue rey, ni lo quiso ser nunca, por mucho que algunos cristianos crean que llamándolo así lo honran... La intención puede ser buena, pero el título que de hecho se le atribuye no podría ser de su agrado.
Jesús habló del Reino, fue su servidor y su mensajero, pero sus seguidores se olvidaron del Reino. y lo constituyeron a él como el Reino mismo, como el Rey... El mensaje fue sustituido por el mensajero. Jesús nos indicaba el Reino, como la Causa por la que estaba apasionado y por la que dio su vida, y un buen grupo de seguidores se olvidaron de esa causa, y se enamoraron de Jesús. Es preciso volver a Jesús, y su Causa...
Para hablar concretamente del Reino es bueno reparar en el texto del prefacio de esta fiesta, que da una «descripción» muy plástica de su contenido. Esa idea fue recogida en el conocido estribillo del Salmo 71 del compositor Manzano, que dice:
«Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia... es Paz... es Gracia... es amor, ¡venga a nosotros tu Reino, Señor». Bien glosada, y debidamente justificada esa perspectiva teológica, puede ser un buen guión para la homilía. Y no debería faltar ese canto en la celebración de hoy.
b) La relación entre cristocentrismo y reino-centrismo. Una cierta interpretación de esta fiesta –muy común por lo demás en el cristianismo en general– propicia un cristocentrismo exagerado, absoluto, que no hace justicia a la verdad de la revelación, al mensaje real de Jesús, a lo que Jesús realmente dijo, no a lo que después dijeron que había dicho. Importa pues pastoralmente discernir una «correcta jerarquía de valores», que la teología de la liberación fue la primera que dio en llamar "reino-centrismo", con tal fuerza de persuasión, que no hay teología ni espiritualidad honesta que se puedan resistir.
c) El mesianismo de Jesús. La aclamación o la espera de Jesús como Rey se dio en el contexto del mesianismo: se esperaba un liberador. Hoy la postración es tal que ni siquiera se espera nada, pudiendo hacer de la aclamación de Jesús como Rey algo bien alejado de lo que el mesías supuso realmente para los que lo esperaron.
d) La dimensión escatológica: el final de los tiempos, nuestro ineludible caminar en la historia, el "juicio final"... El final del año litúrgico nos hace tematizar en nuestra reflexión el final mismo de la historia, y el final también de nuestras vidas personales. Pero ya en un contexto mental diferente, en el que sabemos que nuestra aventura humana no es la razón del cosmos, que el mundo no acabará el día que Dios decida acabar el ciclo de la humanidad y pasar a la vida eterna, y que no se trata de que estemos aquí para una prueba que se verificará en el día del juicio final, tras lo cual iríamos al cielo o al infierno...
Para la revisión de vida
El Reino de Dios fue el “leit motiv”, el estribillo de la vida de Jesús, el centro de su predicación, el motivo de sus milagros, la razón de ser de su fidelidad hasta la muerte, la corona de su resurrección. ¿Qué es para mí el Reino de Dios? ¿Está también en el centro de mi vida? ¿Es mi «Causa», como fue la de Jesús?
Tal vez yo soy de los muchos a quienes la expresión «Reino de Dios» vela más que revela el valor supremo de la vida de Jesús... ¿Me he preocupado por renovar mi comprensión de esa Utopía de Jesús, y de re-formularla adecuadamente?
Para la reunión de grupo
- Basándose en este texto del evangelio, se dice en la teología latinoamericana que, al fin y al cabo, los pobres (el amor efectivo hacia ellos, la opción por su causa) son el «único sacramento universal e imprescindible para la salvación». Todos los demás sacramentos, no son ni tan universales, ni tampoco imprescindibles. Comentar la frase y el tema.
- Si Jesús no fue rey históricamente –bien lejos que estuvo de serlo–, ni se llamó rey, ni dejó que le llamaran así, ni le hubiera gustado que le llamaran así, ¿tiene sentido que nosotros le aclamemos con ese título? ¿Por qué? ¿Podría un cristiano o una comunidad rechazar el dar ese título a Jesús, o ese título expresa un dogma? ¿Puede un cristiano ignorar o rechazar una advocación, una devoción, incluso una devoción oficial? ¿Por qué?
- La llamada “parábola del juicio final” nos cuenta claramente cuál es el criterio con el que «se nos va a examinar»: “tuve hambre y me diste de comer...”. ¿Me doy cuenta de que Dios no nos está pidiendo que hagamos nada «religioso», sino, sencilla y llanamente, que nos preocupemos del prójimo y lo ayudemos en todo lo que podamos?
- Contemplemos una imagen tradicional de “Cristo Rey”: corona, cetro, trono, ropaje... Hagamos un análisis simbólico de la imagen: ¿Qué evoca cada uno de estos elementos simbólicos en la mente o en la piedad de un cristiano/a sencillo/a? Hagamos a continuación un análisis teológico de lo expresado en la pregunta anterior. ¿Cómo calificar esas evocaciones? ¿Cuáles son evangélicas y cuáles antievangélicas? ¿En qué y por qué?
-Utilizar el episodio nº 100 de la serie radiofónica "Un tal Jesús" –citado más arriba– para una reunión de trabajo en el grupo o la comunidad. Tanto el texto como el audio –así como un sugerente comentario bíblico teológico– pueden ser tomados de http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/
- ¿Qué podemos sugerir al sacerdote para la homilía e esta fiesta? http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/
Para la oración de los fieles
- Por la Iglesia de Jesús, para que siga siempre los pasos de aquél no vino a ser servido sino a servir, roguemos al Señor...
- Por todos los que ejercen poder y autoridad en este mundo, para que, como quería Jesús, acepten el poder como la herramienta que permite un servicio más universal y más eficaz, roguemos al Señor...
- Por las religiones que -como en otro tiempo el catolicismo- todavía hoy pretenden estados confesionales, santas cruzadas o repúblicas religiosas, en las que una religión impone a la sociedad la "realeza" de un Dios intolerante y uniformizador: para que comprendan que Dios es amor y pluralidad, y que está contra toda manipulación de su nombre, roguemos al Señor...
- Para que Jesús, el que "pasó haciendo el bien" y "se humilló pasando por uno de tantos" sea nuestro modelo, nuestro guía y -en ese sentido, sí- nuestro rey y nuestra fuerza en la "militancia" por el Reino de Dios, roguemos al Señor...
- Para que los cristianos, y especialmente los teólogos, entremos cada vez más en el nuevo paradigma del diálogo de las religiones, para que siempre sospechemos desconfiadamente de todo planteamiento cristocéntrico que venga a reducirse de hecho en un planteamiento eclesiocéntrico, roguemos al Señor...
Oración comunitaria
- Oh Dios que quisiste fundar todas las cosas en tu amor universal a todos los Pueblos, y en tu comunicación multiforme e inefable con todos ellos. Haz que toda la Creación y la Humanidad, unidas por el Cuidado mutuo y el Diálogo, logre la plenitud del Amor hacia el que siempre le has estado atrayendo. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
Dios, Padre nuestro, que quieres que en nuestra vida nos veamos libres de toda esclavitud y que luchemos para liberar a los oprimidos, haciendo así presente tu Reino entre nosotros, te pedimos que guíes nuestros pasos para que construyamos un mundo en el que todos vivamos como hermanos, como auténticos hijos tuyos, en paz, en justicia y en libertad. Por Jesucristo.
Dios nuestro y de todos los Pueblos, Tú que, de un modo u otro, esperas a la Humanidad revestido de todos los nombres, por los caminos de todas las religiones; haznos comprender que Tú no quieres encomendarnos una evangelización que someta a los pueblos, ni que arranque culturas y religiosidades, sino un diálogo que promueva el Amor y la Justicia, la Verdad generosa y la Vida para todos y todas. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
HOMILIA 2014-2015 -
23 de noviembre de 2014
UN JUICIO EXTRAÑO
Las fuentes no admiten dudas. Jesús vive volcado hacia aquellos que ve necesitados de ayuda. Es incapaz de pasar de largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Se identifica con los más pequeños y desvalidos y hace por ellos todo lo que puede. Para él la compasión es lo primero. El único modo de parecernos a Dios: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo».
¿Cómo nos va a extrañar que, al hablar del Juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él? ¿Cómo nos va a extrañar que se presente identificado con todos los pobres y desgraciados de la historia?
Según el relato de Mateo, comparecen ante el Hijo del Hombre, es decir, ante Jesús, el compasivo, «todas las naciones». No se hacen diferencias entre «pueblo elegido» y «pueblo pagano». Nada se dice de las diferentes religiones y cultos. Se habla de algo muy humano y que todos entienden: ¿Qué hemos hecho con todos los que han vivido sufriendo?
El evangelista no se detiene propiamente a describir los detalles de un juicio. Lo que destaca es un doble diálogo que arroja una luz inmensa sobre nuestro presente, y nos abre los ojos para ver que, en definitiva, hay dos maneras de reaccionar ante los que sufren: nos compadecemos y les ayudamos, o nos desentendemos y los abandonamos.
El que habla es un Juez que está identificado con todos los pobres y necesitados: «Cada vez que ayudasteis a uno de estos mis pequeños hermanos, lo hicisteis conmigo». Quienes se han acercado a ayudar a un necesitado, se han acercado a él. Por eso han de estar junto a él en el reino: «Venid, benditos de mi Padre». Luego se dirige a quienes han vivido sin compasión: «Cada vez que no ayudasteis a uno de estos pequeños, lo dejasteis de hacer conmigo». Quienes se han apartado de los que sufren, se han apartado de Jesús. Es lógico que ahora les diga: «Apartaos de mí». Seguid vuestro camino...
Nuestra vida se está jugando ahora mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora estamos decidiendo nuestra vida.
José Antonio Pagola
¿Cómo nos va a extrañar que, al hablar del Juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él? ¿Cómo nos va a extrañar que se presente identificado con todos los pobres y desgraciados de la historia?
Según el relato de Mateo, comparecen ante el Hijo del Hombre, es decir, ante Jesús, el compasivo, «todas las naciones». No se hacen diferencias entre «pueblo elegido» y «pueblo pagano». Nada se dice de las diferentes religiones y cultos. Se habla de algo muy humano y que todos entienden: ¿Qué hemos hecho con todos los que han vivido sufriendo?
El evangelista no se detiene propiamente a describir los detalles de un juicio. Lo que destaca es un doble diálogo que arroja una luz inmensa sobre nuestro presente, y nos abre los ojos para ver que, en definitiva, hay dos maneras de reaccionar ante los que sufren: nos compadecemos y les ayudamos, o nos desentendemos y los abandonamos.
El que habla es un Juez que está identificado con todos los pobres y necesitados: «Cada vez que ayudasteis a uno de estos mis pequeños hermanos, lo hicisteis conmigo». Quienes se han acercado a ayudar a un necesitado, se han acercado a él. Por eso han de estar junto a él en el reino: «Venid, benditos de mi Padre». Luego se dirige a quienes han vivido sin compasión: «Cada vez que no ayudasteis a uno de estos pequeños, lo dejasteis de hacer conmigo». Quienes se han apartado de los que sufren, se han apartado de Jesús. Es lógico que ahora les diga: «Apartaos de mí». Seguid vuestro camino...
Nuestra vida se está jugando ahora mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora estamos decidiendo nuestra vida.
José Antonio Pagola
Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo Solemnidad, Ciclo A
CARTA DE JOSE ANTONIO PAGOLA
CARTA DE JOSE ANTONIO PAGOLA
23 de noviembre de 2014
GRACIAS A TODOS
Por estos días se cumplen 34 años desde que comencé a escribir mi comentario semanal al evangelio de cada domingo. Primeramente, a través de la prensa y la radio de mi ciudad de San Sebastián (España). Luego, a través de internet por medio de la Red evangelizadora Buenas Noticias. Siento que me ha llegado el momento de cerrar este ciclo, tan estimulante y enriquecedor para mí.
No me retiro de mi actividad evangelizadora ni de mi oficio de escritor, pero, a mi edad, necesito más tiempo y sosiego para poder trabajar con otro ritmo en proyectos que todavía puedo llevar adelante. Mientras tenga fuerzas, quiero vivir mis últimos años contribuyendo al impulso de esa renovación de la Iglesia a la que nos está llamando el papa Francisco. En concreto, quiero seguir promoviendo de diversas maneras la conversión a Jesús, a su Evangelio y a su proyecto humanizador del reino de Dios.
Este será pues mi último envío. Sin embargo, también en el futuro seguiréis recibiendo, desde grupos de Jesús, comentarios míos de cada domingo, seleccionados de los muchos que he escrito. Por otra parte, sabed que una selección muy completa de mis comentarios están ya publicados en cuatro pequeños volúmenes: en español (Ed. PPC); en catalán (Ed. Claret); en italiano (Ed. Borla); en brasileiro (Ed. Vozes). Y se están publicando los primeros volúmenes en inglés y en euskara.
En estos momentos solo siento un agradecimiento grande a todos. En primer lugar, a la querida comunidad del Carmelo de Hondarribia, que con tanta entrega y generosidad os habéis encargado de enviar el comentario de cada semana, superando a veces no pocas dificultades. Luego, a los traductores/as que, con vuestro trabajo oculto y gratuito, habéis hecho posible la difusión del Evangelio en diferentes lenguas.
Quiero también agradecer a quienes a través de páginas Web, servicios y periódicos digitales, radios, revistas, multicopias... habéis hecho llegar mi comentario evangélico hasta los lugares más insospechados de la Tierra. Siento un agradecimiento especial a tantos cientos de personas que, desde vuestro ordenador personal lo habéis enviado a misioneros, a personas mayores o enfermas, a gentes alejadas...
Esta red evangelizadora que hemos formado entre todos a lo largo de estos años no debe romperse. Vamos a utilizar los comentarios que nos irán llegando o los textos que tenemos en nuestros ordenadores para seguir difundiendo cada semana la Buena Noticia de Jesús. No perdamos nunca la confianza en él. Jesús renovará nuestra fe y salvará a su Iglesia de esta crisis.
José Antonio Pagola
23 de noviembre de 2014
GRACIAS A TODOS
Por estos días se cumplen 34 años desde que comencé a escribir mi comentario semanal al evangelio de cada domingo. Primeramente, a través de la prensa y la radio de mi ciudad de San Sebastián (España). Luego, a través de internet por medio de la Red evangelizadora Buenas Noticias. Siento que me ha llegado el momento de cerrar este ciclo, tan estimulante y enriquecedor para mí.
No me retiro de mi actividad evangelizadora ni de mi oficio de escritor, pero, a mi edad, necesito más tiempo y sosiego para poder trabajar con otro ritmo en proyectos que todavía puedo llevar adelante. Mientras tenga fuerzas, quiero vivir mis últimos años contribuyendo al impulso de esa renovación de la Iglesia a la que nos está llamando el papa Francisco. En concreto, quiero seguir promoviendo de diversas maneras la conversión a Jesús, a su Evangelio y a su proyecto humanizador del reino de Dios.
Este será pues mi último envío. Sin embargo, también en el futuro seguiréis recibiendo, desde grupos de Jesús, comentarios míos de cada domingo, seleccionados de los muchos que he escrito. Por otra parte, sabed que una selección muy completa de mis comentarios están ya publicados en cuatro pequeños volúmenes: en español (Ed. PPC); en catalán (Ed. Claret); en italiano (Ed. Borla); en brasileiro (Ed. Vozes). Y se están publicando los primeros volúmenes en inglés y en euskara.
En estos momentos solo siento un agradecimiento grande a todos. En primer lugar, a la querida comunidad del Carmelo de Hondarribia, que con tanta entrega y generosidad os habéis encargado de enviar el comentario de cada semana, superando a veces no pocas dificultades. Luego, a los traductores/as que, con vuestro trabajo oculto y gratuito, habéis hecho posible la difusión del Evangelio en diferentes lenguas.
Quiero también agradecer a quienes a través de páginas Web, servicios y periódicos digitales, radios, revistas, multicopias... habéis hecho llegar mi comentario evangélico hasta los lugares más insospechados de la Tierra. Siento un agradecimiento especial a tantos cientos de personas que, desde vuestro ordenador personal lo habéis enviado a misioneros, a personas mayores o enfermas, a gentes alejadas...
Esta red evangelizadora que hemos formado entre todos a lo largo de estos años no debe romperse. Vamos a utilizar los comentarios que nos irán llegando o los textos que tenemos en nuestros ordenadores para seguir difundiendo cada semana la Buena Noticia de Jesús. No perdamos nunca la confianza en él. Jesús renovará nuestra fe y salvará a su Iglesia de esta crisis.
José Antonio Pagola
Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo Solemnidad, Ciclo A
XXXIV domingo del tiempo ordinario
Ezequiel 34, 11-12.15-17; 1 Corintios 15, 20-26a.28: Mateo 25, 31-46
(Publicado para el 23 noviembre de 2008)
"Serán congregadas ante él todas las naciones"
El Evangelio del último domingo del año litúrgico, solemnidad de Cristo Rey, nos hace asistir al acto concluyente de la historia humana: el juicio universal: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas ante él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a la derecha y los cabritos a su izquierda".
El primer mensaje contenido en este evangelio no es la forma o el resultado del juicio, sino el hecho de que habrá un juicio, que el mundo no viene de la casualidad y no acabará por casualidad. Ha comenzado con una palabra: "Que exista la luz... hagamos al hombre" y terminará con una palabra: "Venid, benditos... Apartaos de mí, malditos". En su principio y en su final está la decisión de una mente inteligente y de una voluntad soberana.
Este comienzo de milenio se caracteriza por una encendida discusión sobre creacionismo y evolucionismo. Reducida a lo esencial, la disputa opone a quienes, aludiendo --no siempre con razón-- a Darwin, creen que el mundo es fruto de una evolución ciega, dominada por la selección de las especies, y aquellos que, aun admitiendo una evolución, ven la obra de Dios en el mismo proceso evolutivo.
Hace unos días tuvo lugar en el Vaticano una sesión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias, con el tema "Miradas científicas en torno a la evolución del universo y de la vida", con la participación de los más importantes científicos de todo el mundo, creyentes y no creyentes, muchos de ellos premio Nobel. En el programa sobre el evangelio que presento en Rai Uno, entrevisté a uno de los científicos presentes, el profesor Francis Collins, jefe del grupo de investigación que ha llevado al descubrimiento del genoma humano. Le pregunté: "Si la evolución es cierta, ¿queda aún espacio para Dios?". He aquí su respuesta:
"Darwin tenía razón en formular su teoría según la cual descendemos de un antepasado común y ha habido cambios graduales en el trascurso de largos periodos de tiempo, pero este es el aspecto mecánico de cómo la vida ha llegado al punto de formar este fantástico panorama de diversidad. No responde a la pregunta sobre el por qué existe la vida. Hay aspectos de la humanidad que no son fácilmente explicables, como nuestro sentido moral, el conocimiento del bien y del mal que a veces nos induce a realizar sacrificios que no están dictados por las leyes de la evolución, que nos sugieren preservarnos a nosotros mismos a toda costa. ¿Esta no es quizás una prueba que nos indica que Dios existe?".
Le pregunté también al profesor Collins si antes había creído en Dios o en Jesucristo. Me respondió: "Hasta los veinticinco años fui ateo, no tenía una preparación religiosa, era un científico que reducía casi todo a ecuaciones y leyes de la física. Pero como médico empecé a mirar a la gente que tenía que afrontar el problema de la vida y de la muerte, y esto me hizo pensar que mi ateísmo no era una idea enraizada. Empecé a leer textos sobre las argumentaciones racionales de la fe que no conocía. En primer lugar, llegué a la convicción de que el ateísmo era la alternativa menos aceptable, y poco a poco llegué a la conclusión de que debe existir un Dios que ha creado todo esto, pero no sabía cómo era este Dios. Esto me movió a llevar a cabo una búsqueda para descubrir cuál era la naturaleza de Dios, y la encontré en la Biblia y en la persona de Jesús. Tras dos años de búsqueda me di cuenta de que no era razonable oponer resistencia, y me he convertido en un seguidor de Jesús".
Un gran autor del evolucionismo ateo de nuestros días es el inglés Richard Dawkins, autor del libro "God Delusion", La desilusión de Dios. Está promoviendo una campaña publicitaria que propone colocar en los autobuses de las ciudades inglesas esta inscripción: "Dios, probablemente, no existe: deja de angustiarte y disfruta de la vida" ("There's probably no God. Now stop worrying and enjoy life"). "Probablemente": por tanto, ¡no se excluye del todo que pueda existir! Pero si Dios no existe el creyente no ha perdido casi nada, si en cambio existe, el no creyente lo ha perdido todo.
Yo me pongo en el lugar del padre que tiene un hijo discapacitado, autista o gravemente enfermo, de un inmigrante huido del hambre o de los horrores de la guerra, de un obrero que se ha quedado sin trabajo, o de un campesino expulsado de su tierra... Me pregunto cómo reaccionaría a ese anuncio: "Dios no existe: deja de angustiarte y disfruta de la vida".
La existencia del mal y de la injusticia en el mundo es ciertamente un misterio y un escándalo, pero sin fe en un juicio final, resultaría infinitamente más absurda y trágica. En tantos milenios de vida sobre la tierra, el hombre se ha hecho a todo; se ha adaptado a todos los climas, inmunizado contra toda enfermedad. A una cosa no se ha hecho nunca: a la injusticia. Sigue sintiéndola como intolerable. Y a esta sed de justicia responderá el juicio universal.
Éste no será sólo querido por Dios, sino, paradójicamente, también por los hombres, también por los impíos. "En el día del juicio universal, no será sólo el Juez el que bajará del cielo, escribió el poeta Claudel, sino que toda la tierra se precipitará a su encuentro".
La fiesta de Cristo Rey, con el evangelio del juicio final, responde a la más universal de las esperanzas humanas. Nos asegura que la injusticia y el mal no tendrán la última palabra, y al mismo tiempo nos exhorta a vivir de forma que el juicio no sea para nosotros de condena sino de salvación, y podamos ser de
aquellos a quienes Cristo dirá: "Venid, benditos de mi Padre, entrad en posesión del reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo".
Traducción del italiano por Inma Álvarez
El primer mensaje contenido en este evangelio no es la forma o el resultado del juicio, sino el hecho de que habrá un juicio, que el mundo no viene de la casualidad y no acabará por casualidad. Ha comenzado con una palabra: "Que exista la luz... hagamos al hombre" y terminará con una palabra: "Venid, benditos... Apartaos de mí, malditos". En su principio y en su final está la decisión de una mente inteligente y de una voluntad soberana.
Este comienzo de milenio se caracteriza por una encendida discusión sobre creacionismo y evolucionismo. Reducida a lo esencial, la disputa opone a quienes, aludiendo --no siempre con razón-- a Darwin, creen que el mundo es fruto de una evolución ciega, dominada por la selección de las especies, y aquellos que, aun admitiendo una evolución, ven la obra de Dios en el mismo proceso evolutivo.
Hace unos días tuvo lugar en el Vaticano una sesión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias, con el tema "Miradas científicas en torno a la evolución del universo y de la vida", con la participación de los más importantes científicos de todo el mundo, creyentes y no creyentes, muchos de ellos premio Nobel. En el programa sobre el evangelio que presento en Rai Uno, entrevisté a uno de los científicos presentes, el profesor Francis Collins, jefe del grupo de investigación que ha llevado al descubrimiento del genoma humano. Le pregunté: "Si la evolución es cierta, ¿queda aún espacio para Dios?". He aquí su respuesta:
"Darwin tenía razón en formular su teoría según la cual descendemos de un antepasado común y ha habido cambios graduales en el trascurso de largos periodos de tiempo, pero este es el aspecto mecánico de cómo la vida ha llegado al punto de formar este fantástico panorama de diversidad. No responde a la pregunta sobre el por qué existe la vida. Hay aspectos de la humanidad que no son fácilmente explicables, como nuestro sentido moral, el conocimiento del bien y del mal que a veces nos induce a realizar sacrificios que no están dictados por las leyes de la evolución, que nos sugieren preservarnos a nosotros mismos a toda costa. ¿Esta no es quizás una prueba que nos indica que Dios existe?".
Le pregunté también al profesor Collins si antes había creído en Dios o en Jesucristo. Me respondió: "Hasta los veinticinco años fui ateo, no tenía una preparación religiosa, era un científico que reducía casi todo a ecuaciones y leyes de la física. Pero como médico empecé a mirar a la gente que tenía que afrontar el problema de la vida y de la muerte, y esto me hizo pensar que mi ateísmo no era una idea enraizada. Empecé a leer textos sobre las argumentaciones racionales de la fe que no conocía. En primer lugar, llegué a la convicción de que el ateísmo era la alternativa menos aceptable, y poco a poco llegué a la conclusión de que debe existir un Dios que ha creado todo esto, pero no sabía cómo era este Dios. Esto me movió a llevar a cabo una búsqueda para descubrir cuál era la naturaleza de Dios, y la encontré en la Biblia y en la persona de Jesús. Tras dos años de búsqueda me di cuenta de que no era razonable oponer resistencia, y me he convertido en un seguidor de Jesús".
Un gran autor del evolucionismo ateo de nuestros días es el inglés Richard Dawkins, autor del libro "God Delusion", La desilusión de Dios. Está promoviendo una campaña publicitaria que propone colocar en los autobuses de las ciudades inglesas esta inscripción: "Dios, probablemente, no existe: deja de angustiarte y disfruta de la vida" ("There's probably no God. Now stop worrying and enjoy life"). "Probablemente": por tanto, ¡no se excluye del todo que pueda existir! Pero si Dios no existe el creyente no ha perdido casi nada, si en cambio existe, el no creyente lo ha perdido todo.
Yo me pongo en el lugar del padre que tiene un hijo discapacitado, autista o gravemente enfermo, de un inmigrante huido del hambre o de los horrores de la guerra, de un obrero que se ha quedado sin trabajo, o de un campesino expulsado de su tierra... Me pregunto cómo reaccionaría a ese anuncio: "Dios no existe: deja de angustiarte y disfruta de la vida".
La existencia del mal y de la injusticia en el mundo es ciertamente un misterio y un escándalo, pero sin fe en un juicio final, resultaría infinitamente más absurda y trágica. En tantos milenios de vida sobre la tierra, el hombre se ha hecho a todo; se ha adaptado a todos los climas, inmunizado contra toda enfermedad. A una cosa no se ha hecho nunca: a la injusticia. Sigue sintiéndola como intolerable. Y a esta sed de justicia responderá el juicio universal.
Éste no será sólo querido por Dios, sino, paradójicamente, también por los hombres, también por los impíos. "En el día del juicio universal, no será sólo el Juez el que bajará del cielo, escribió el poeta Claudel, sino que toda la tierra se precipitará a su encuentro".
La fiesta de Cristo Rey, con el evangelio del juicio final, responde a la más universal de las esperanzas humanas. Nos asegura que la injusticia y el mal no tendrán la última palabra, y al mismo tiempo nos exhorta a vivir de forma que el juicio no sea para nosotros de condena sino de salvación, y podamos ser de
aquellos a quienes Cristo dirá: "Venid, benditos de mi Padre, entrad en posesión del reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo".
Traducción del italiano por Inma Álvarez

Jesucristo Rey del Universo (A)
Jesús se identifica con sus hermanos más pequeños
El criterio para entrar en el Reino
Mt 25, 31-46
1. Oración inicial
Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia.
2. Lectura
a) El contexto:
Nuestro texto forma parte de un discurso escatológico (24, 1-25, 46) pronunciado por Jesús en el monte de los Olivos a sus discípulos aparte (24,
3). El discurso parte del anuncio de la destrucción de Jerusalén para hablar del fin del mundo.
Los dos sucesos se confunden como si fuesen uno solo. Esta parte del discurso termina con la venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria. El enviará a sus ángeles a reunir a todos sus elegidos (24, 30-31). En este punto el flujo cronológico de los hechos anunciados se interrumpe con la inserción de algunas parábolas sobre la necesidad de vigilar para no ser sorprendidos a la llegada del Hijo del hombre (24, 24-31). El discurso escatológico encuentra su culmen literario y teológico en nuestro texto que, reanudándolo en 24, 30-31, vuelve a hablar de la venida del Hijo del hombre acompañado de los ángeles. La reunión de los elegidos toma aquí la forma de un juicio final.
b) El texto:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus
ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el Rey a los de su derecha: `Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.' Entonces los justos le responderán: `Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti?' Y el Rey les dirá: `En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.'
Entonces dirá también a los de su izquierda: `Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.' Entonces dirán también éstos: `Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?' Y él entonces les responderá: `En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.' E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.» 3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar
nuestra vida.
4. Algunas preguntas para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Cuál es el criterio de separación que usa Jesús?
b) ¿Quiénes son los hermanos más pequeños con los que Jesús se identifica?
c) ¿ Cómo ha demostrado Jesús en su vida su predilección por los últimos?
d) ¿Cuáles son los hermanos más pequeños de Jesús que yo encuentro?
e) ¿Soy capaz de ver, amar y servir a Jesús en ellos?
5. Una clave de lectura para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
● El Hijo del hombre:
Hijo del hombre es una expresión semítica que significa simplemente un ser humano ( ver por ejemplo el paralelismo entre
"hombre" e "hijo del hombre" en Sal 8,5). Así la usa frecuentemente el libro de Ezequiel donde Dios se dirige al profeta como "hijo del hombre" (2,1.3.6.8; 1.2.4.10.16+) para resaltar la distancia entre Dios que es transcendente y el profeta que es un simple hombre. Sin embargo en Daniel 7,13-14 la expresión adquiere un significado particular. El profeta ve " aparecer sobre las nubes del cielo uno semejante a un "hijo de hombre" que recibe de Dios "poder, gloria, y reino". Se trata sin duda de un ser humano, que no obstante esto, es introducido en la esfera de Dios. El texto ha sido interpretado siempre en sentido mesiánico, sea en sentido personal como colectivo. Por tanto, se trate de una persona o se trate del Pueblo de Dios en su conjunto, el Hijo del hombre es el Mesías que inaugura el Reino de Dios, eterno y universal. La aplicación del título "Hijo del hombre" a Jesús teniendo de fondo a Daniel 7, 13-14 es difundidísima en los evangelios. Se encuentra también en las Actas 7, 56 y en el Apocalipsis 1, 13 y 14,14. Los especialistas piensan que ha sido el mismo Jesús quien se ha dado a sí mismo este título. En el evangelio de Mateo se ha puesto en boca de Jesús particularmente cuando Él habla de su pasión (17, 12.22; 20, 18.28), de su resurrección como suceso escatológico ( 17, 19; 26,64) y de su venida gloriosa (24, 30; y 25, 31, inicio de nuestro texto).
● Jesús rey, juez y pastor:
Mateo da también a Jesús el título de rey (1,23; 13, 41; 16, 28; 20, 2). La realeza de Dios es un tema muy querido en la Biblia. Porque es el Hijo de Dios, Jesús reina junto al Padre. En nuestro texto el rey es Jesús, pero Él ejercita su realeza en estrecha relación con el Padre. Los elegidos son los "benditos de mi Padre" y el reino al cual son invitados a entrar, es un reino preparado para ellos por Dios, como indica la forma pasiva del verbo. Esta forma verbal, dicha pasiva divina, se encuentra a menudo en la Biblia y tiene siempre a Dios como sujeto implícito. En este texto el reino viene a indicar la vida eterna.
Como en Daniel, 7 (ver en particular los versículos 22, 26 y 27), también en nuestro texto la realeza del Hijo del hombre está ligada al juicio. El rey, especialmente en la antigüedad, ha sido siempre considerado como el juez supremo. El juicio que hace Jesús es un juicio universal, un juicio que compromete a todas las gentes (ver v. 32). Sin embargo, no es un juicio colectivo. No son los pueblos los que serán juzgados, sino las personas particulares. Igualmente unida a la realeza está el simbolismo pastoral. En la antigüedad el rey se presentaba a menudo como pastor de su pueblo. También el Antiguo Testamento habla de Dios, rey de Israel, como pastor (ver por ejemplo Sal 23; Is 40, 11; Ez 34) y el
Nuevo Testamento aplica el título también a Jesús (Mt 9, 36; 26, 31; Jn 10). Los pastores de Tierra Santa en los tiempos de Jesús llevaban a pastar rebaños mixtos, compuestos de ovejas y cabras. Al atardecer los separaban porque las ovejas duermen al sereno,
mientras las cabras prefieren ponerse bajo cobijo. En nuestro texto las ovejas representan a los elegidos porque son de mayor valor económico que las cabras y también por su color blanco que a veces en la Biblia significa la salvación.
● "Mis hermanos más pequeños":
Tradicionalmente se interpretaba este pasaje evangélico como la identificación de Jesús con los pobres y los marginados. Jesús juzgaría a todos y particularmente a aquéllos que no han tenido la oportunidad de conocer su evangelio, en base a la misericordia que han demostrado por los pobres. Todos tienen la oportunidad de aceptarlo o rechazarlo, si no personalmente, al menos, en la persona del indigente con el que se identifica.
La exégesis contemporánea tiende a leer el texto en sentido más eclesiológico. Poniéndolo en estrecha relación con Mateo 10, 40-42, los exegetas insisten que aquí no se trataría de filantropía, sino de la respuesta al evangelio del reino que es llevado por los hermanos de Jesús, no sólo los jefes de la Iglesia sino de todo hermano, aun el más significante.
Las naciones, es decir los paganos, son por tanto invitados a acoger a los discípulos de Jesús que predican el evangelio y sufren por él, como si estuviesen acogiendo al mismo Jesús en persona. Los cristianos, por su parte, están invitados a la hospitalidad generosa con sus hermanos que se hacen predicadores itinerantes por causa del evangelio, sufriendo persecuciones (ver 2Jn 5-8). Así demostrarían la autenticidad de su propio empeño de discipulado. En el contexto del evangelio de Mateo esta segunda interpretación es probablemente la más precisa. Sin embargo en el contexto de la Biblia entera (ver por ejemplo Is 58, 7; Sant 2, 1-9; Jn 3, 16-19) no se puede descartar completamente la primera.
6. Salmo 72
El Rey-Mesías promueve la justicia y la paz
Confía, oh Dios, tu juicio al rey, al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo, a tus humildes con equidad.
Produzcan los montes abundancia, justicia para el pueblo los collados. Defenderá a los humildes del pueblo, salvará a la gente pobre y aplastará al opresor. Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad; caerá como lluvia en los retoños, como rocío que humedece la tierra.
Florecerá en sus días la justicia, prosperidad hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra.
Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo. Los reyes de Sabá y de Seba todos pagarán impuestos; ante él se postrarán los reyes, le servirán todas las naciones.
Pues librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara; se apiadará del débil y del pobre, salvará la vida de los pobres. La rescatará de la opresión y la violencia, considerará su sangre valiosa;
(que viva y le den el oro de Sabá).
Sin cesar rogarán por él, todo el día lo bendecirán. La tierra dará trigo abundante, que ondeará en la cima de los montes; sus frutos florecerán como el Líbano, sus espigas como la hierba del campo. ¡Que su fama sea perpetua, que dure tanto como el sol! ¡Que sirva de bendición a las naciones, y todas lo proclamen dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas! ¡Bendito su nombre glorioso por siempre, la tierra toda se llene de su gloria! ¡Amén! ¡Amén!
7. Oración final
Señor Dios, tú has constituido a tu Hijo Jesús rey y juez universal. Él vendrá al final de los tiempos para juzgar a todas las naciones. Él viene cada día a nosotros de mil formas y nos pide que lo acojamos. Lo encontramos en la Palabra y en el partir del pan. Y lo encontramos también en los hermanos partidos y desfigurados por el hambre, la opresión, la injusticia, la enfermedad, el rechazo de la sociedad. Abre nuestros corazones para saber acogerlo en el hoy de nuestra vida, para ser por Él acogidos en la eternidad del cielo. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
Jesús se identifica con sus hermanos más pequeños
El criterio para entrar en el Reino
Mt 25, 31-46
1. Oración inicial
Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia.
2. Lectura
a) El contexto:
Nuestro texto forma parte de un discurso escatológico (24, 1-25, 46) pronunciado por Jesús en el monte de los Olivos a sus discípulos aparte (24,
3). El discurso parte del anuncio de la destrucción de Jerusalén para hablar del fin del mundo.
Los dos sucesos se confunden como si fuesen uno solo. Esta parte del discurso termina con la venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria. El enviará a sus ángeles a reunir a todos sus elegidos (24, 30-31). En este punto el flujo cronológico de los hechos anunciados se interrumpe con la inserción de algunas parábolas sobre la necesidad de vigilar para no ser sorprendidos a la llegada del Hijo del hombre (24, 24-31). El discurso escatológico encuentra su culmen literario y teológico en nuestro texto que, reanudándolo en 24, 30-31, vuelve a hablar de la venida del Hijo del hombre acompañado de los ángeles. La reunión de los elegidos toma aquí la forma de un juicio final.
b) El texto:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus
ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el Rey a los de su derecha: `Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.' Entonces los justos le responderán: `Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti?' Y el Rey les dirá: `En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.'
Entonces dirá también a los de su izquierda: `Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.' Entonces dirán también éstos: `Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?' Y él entonces les responderá: `En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.' E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.» 3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar
nuestra vida.
4. Algunas preguntas para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Cuál es el criterio de separación que usa Jesús?
b) ¿Quiénes son los hermanos más pequeños con los que Jesús se identifica?
c) ¿ Cómo ha demostrado Jesús en su vida su predilección por los últimos?
d) ¿Cuáles son los hermanos más pequeños de Jesús que yo encuentro?
e) ¿Soy capaz de ver, amar y servir a Jesús en ellos?
5. Una clave de lectura para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
● El Hijo del hombre:
Hijo del hombre es una expresión semítica que significa simplemente un ser humano ( ver por ejemplo el paralelismo entre
"hombre" e "hijo del hombre" en Sal 8,5). Así la usa frecuentemente el libro de Ezequiel donde Dios se dirige al profeta como "hijo del hombre" (2,1.3.6.8; 1.2.4.10.16+) para resaltar la distancia entre Dios que es transcendente y el profeta que es un simple hombre. Sin embargo en Daniel 7,13-14 la expresión adquiere un significado particular. El profeta ve " aparecer sobre las nubes del cielo uno semejante a un "hijo de hombre" que recibe de Dios "poder, gloria, y reino". Se trata sin duda de un ser humano, que no obstante esto, es introducido en la esfera de Dios. El texto ha sido interpretado siempre en sentido mesiánico, sea en sentido personal como colectivo. Por tanto, se trate de una persona o se trate del Pueblo de Dios en su conjunto, el Hijo del hombre es el Mesías que inaugura el Reino de Dios, eterno y universal. La aplicación del título "Hijo del hombre" a Jesús teniendo de fondo a Daniel 7, 13-14 es difundidísima en los evangelios. Se encuentra también en las Actas 7, 56 y en el Apocalipsis 1, 13 y 14,14. Los especialistas piensan que ha sido el mismo Jesús quien se ha dado a sí mismo este título. En el evangelio de Mateo se ha puesto en boca de Jesús particularmente cuando Él habla de su pasión (17, 12.22; 20, 18.28), de su resurrección como suceso escatológico ( 17, 19; 26,64) y de su venida gloriosa (24, 30; y 25, 31, inicio de nuestro texto).
● Jesús rey, juez y pastor:
Mateo da también a Jesús el título de rey (1,23; 13, 41; 16, 28; 20, 2). La realeza de Dios es un tema muy querido en la Biblia. Porque es el Hijo de Dios, Jesús reina junto al Padre. En nuestro texto el rey es Jesús, pero Él ejercita su realeza en estrecha relación con el Padre. Los elegidos son los "benditos de mi Padre" y el reino al cual son invitados a entrar, es un reino preparado para ellos por Dios, como indica la forma pasiva del verbo. Esta forma verbal, dicha pasiva divina, se encuentra a menudo en la Biblia y tiene siempre a Dios como sujeto implícito. En este texto el reino viene a indicar la vida eterna.
Como en Daniel, 7 (ver en particular los versículos 22, 26 y 27), también en nuestro texto la realeza del Hijo del hombre está ligada al juicio. El rey, especialmente en la antigüedad, ha sido siempre considerado como el juez supremo. El juicio que hace Jesús es un juicio universal, un juicio que compromete a todas las gentes (ver v. 32). Sin embargo, no es un juicio colectivo. No son los pueblos los que serán juzgados, sino las personas particulares. Igualmente unida a la realeza está el simbolismo pastoral. En la antigüedad el rey se presentaba a menudo como pastor de su pueblo. También el Antiguo Testamento habla de Dios, rey de Israel, como pastor (ver por ejemplo Sal 23; Is 40, 11; Ez 34) y el
Nuevo Testamento aplica el título también a Jesús (Mt 9, 36; 26, 31; Jn 10). Los pastores de Tierra Santa en los tiempos de Jesús llevaban a pastar rebaños mixtos, compuestos de ovejas y cabras. Al atardecer los separaban porque las ovejas duermen al sereno,
mientras las cabras prefieren ponerse bajo cobijo. En nuestro texto las ovejas representan a los elegidos porque son de mayor valor económico que las cabras y también por su color blanco que a veces en la Biblia significa la salvación.
● "Mis hermanos más pequeños":
Tradicionalmente se interpretaba este pasaje evangélico como la identificación de Jesús con los pobres y los marginados. Jesús juzgaría a todos y particularmente a aquéllos que no han tenido la oportunidad de conocer su evangelio, en base a la misericordia que han demostrado por los pobres. Todos tienen la oportunidad de aceptarlo o rechazarlo, si no personalmente, al menos, en la persona del indigente con el que se identifica.
La exégesis contemporánea tiende a leer el texto en sentido más eclesiológico. Poniéndolo en estrecha relación con Mateo 10, 40-42, los exegetas insisten que aquí no se trataría de filantropía, sino de la respuesta al evangelio del reino que es llevado por los hermanos de Jesús, no sólo los jefes de la Iglesia sino de todo hermano, aun el más significante.
Las naciones, es decir los paganos, son por tanto invitados a acoger a los discípulos de Jesús que predican el evangelio y sufren por él, como si estuviesen acogiendo al mismo Jesús en persona. Los cristianos, por su parte, están invitados a la hospitalidad generosa con sus hermanos que se hacen predicadores itinerantes por causa del evangelio, sufriendo persecuciones (ver 2Jn 5-8). Así demostrarían la autenticidad de su propio empeño de discipulado. En el contexto del evangelio de Mateo esta segunda interpretación es probablemente la más precisa. Sin embargo en el contexto de la Biblia entera (ver por ejemplo Is 58, 7; Sant 2, 1-9; Jn 3, 16-19) no se puede descartar completamente la primera.
6. Salmo 72
El Rey-Mesías promueve la justicia y la paz
Confía, oh Dios, tu juicio al rey, al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo, a tus humildes con equidad.
Produzcan los montes abundancia, justicia para el pueblo los collados. Defenderá a los humildes del pueblo, salvará a la gente pobre y aplastará al opresor. Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad; caerá como lluvia en los retoños, como rocío que humedece la tierra.
Florecerá en sus días la justicia, prosperidad hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra.
Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo. Los reyes de Sabá y de Seba todos pagarán impuestos; ante él se postrarán los reyes, le servirán todas las naciones.
Pues librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara; se apiadará del débil y del pobre, salvará la vida de los pobres. La rescatará de la opresión y la violencia, considerará su sangre valiosa;
(que viva y le den el oro de Sabá).
Sin cesar rogarán por él, todo el día lo bendecirán. La tierra dará trigo abundante, que ondeará en la cima de los montes; sus frutos florecerán como el Líbano, sus espigas como la hierba del campo. ¡Que su fama sea perpetua, que dure tanto como el sol! ¡Que sirva de bendición a las naciones, y todas lo proclamen dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas! ¡Bendito su nombre glorioso por siempre, la tierra toda se llene de su gloria! ¡Amén! ¡Amén!
7. Oración final
Señor Dios, tú has constituido a tu Hijo Jesús rey y juez universal. Él vendrá al final de los tiempos para juzgar a todas las naciones. Él viene cada día a nosotros de mil formas y nos pide que lo acojamos. Lo encontramos en la Palabra y en el partir del pan. Y lo encontramos también en los hermanos partidos y desfigurados por el hambre, la opresión, la injusticia, la enfermedad, el rechazo de la sociedad. Abre nuestros corazones para saber acogerlo en el hoy de nuestra vida, para ser por Él acogidos en la eternidad del cielo. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

Homilía del Día.
SEÑOR, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS.
SEÑOR, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS.

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